miércoles, 27 de agosto de 2008

Días 23, 24 y 25 Los Angeles de Charlie...

Antes de llegar a Los Ángeles tuvimos que hacer noche donde buenamente pudimos. Un bonito motel a pie de la autovía nos dio descanso en la noche. Sorpresa nos llevamos al ver la habitación de estilo victoriano, que solo le faltaban las cortinitas de seda colgando de los “barandales” de la cama. (este es uno de tantos chistes que entre los cuatro hemos tenido en este viajecito que, por suerte o por desgracia, va tocando su fin). Pasen y vean:

LA, concretamente Santa Mónica, es nuestro último destino. Bonita ciudad, muy diferente a Las Vegas o New York, y algo parecida a San Francisco. La costa les da un rollito muy similar, si bien el clima aquí es mucho más agradable, y no hay tantas cuestas!!!

Ah! Que no puede pasar desapercibido la suerte, potra y/o chorra que tuvimos anoche con el coche (joer, que hoy estoy poeta…). En un intervalo de media de hora nos paró dos veces la policía. Otra vez? Diréis vosotros. Si, otra vez. Y hubo un par de anécdotas en estos sustos. Una, que en ambas fueron chicas las que nos echaron la bulla (a cual más guapa, por cierto, que ni la mala leche que traían les hacía perder su encanto, jeje). Otra, que no pagamos ni un dolarcillo de na, se ve que les caímos bien ;) Que por qué fueron las paradas? La primera por un pequeño exceso de velocidad, anduvimos en el límite y cuando nos quisimos dar cuenta teníamos al coche patrulla con el espectáculo de luces y las sirenas detrás nuestra. La bulla fue porque con nuestro maletero hasta los topes no la vimos venir y al parecer llevaba ya un ratico a la caza y captura de los fugitivos. La segunda fue por pararnos en un desvío a cambiar de conductor y aprovechamos para hacer nuestras necesidades urinarias en un arbustillo. Pues nada, que no se puede, que está prohibido. Se ve que Schwarzenegger quiere tener limpio el estado y casi nos sale cara la broma. Como digo, dos sustitos que nos llevamos y que quedaron para el anecdotario.

Al tema, Santa Mónica nos recibía con un bonito día donde el alojamiento que buscamos esta misma mañana se convertiría en nuestro cuartel general. Antes, para seguir con nuestras últimas costumbres, nos fuimos al outlet de compritas. Echamos la mañana allí (y es que con estos precios da gusto comprar!) y a por el motel. Un pequeño habitáculo, para no variar, en el que dos camas y algo parecido a un cuarto de baño nos daban el avío. Tampoco queremos más, las ideas están claras: Ver la ciudad, playa y, quizás, parque de atracciones. Tras el check-in nos vamos a la búsqueda de nuestro primer destino.

Hacía tiempo que no íbamos a la playa, y teniéndola a 10 minutos no lo pensamos dos veces, esa primera tarde la echaríamos relajados al atardecer californiano. Tras el paseíto, allí nos plantamos, y como lunes que es, no hay mucha gente. Aún así, esperábamos más, la verdad es que nos decepciona un pelín. No es para tanto! Pocas horas después entendimos el por qué del fiasco.

Tras el atardecer, por cierto, de los más bonitos que hayamos visto en mucho tiempo, toca hacer la colada. Ni comparación con lo que vivimos la vez anterior. Hoy está todo limpio, con máquinas decentes y gente normal entrando y saliendo. Ya que allí se está un buen ratico, tenemos tiempo para compartir una distendida charla con una lugareña. Una chica de nuestra edad más o menos nos comenta como es la zona y demás, y nos recomienda (menos mal!) que cambiemos de playa. Como dije, ahora lo entiendo todo. La playa que habíamos visitado era de las peores de la zona, así que Venice Beach será la próxima en disfrutar, por recomendación de esta chica (Pd. No, nadie hizo el más mínimo intento de entrarle, se veía a leguas su… “inclinación sexual”, y ya cuando nos dijo que vivía con su gato y su girlfriend quedó confirmado, jajaja). Tras adecentar la maleta, toca cenar. No hay acuerdo y dos a dos nos decidimos por hamburguesas y comida italiana. Mañana será otro día.

El segundo día en Los Angeles se presenta típico. Beverly Hills, Hollywood y Bel Air son el (casi) único reclamo turístico de la zona. Tras un pequeño paseo por Pasadena South (si, nos perdimos y acabamos en la otra punta de la ciudad. Ya dije desde un principio que tanto GPS no podía ser bueno, al final lo arreglamos como debe ser, mapa en mano y mirando los nombres de las calles). Sunset Boulevard nos guía por la zona, y estuvimos como ¾ de hora buscando la casa de Will Smith en el Príncipe de Bel Air, pero se ve que está bien escondía la jodía, por que sumado a que aquello era un laberinto… no, no la encontramos! Pegadito a Beverly Hills, forman dos conjuntos bien diferenciados de casas donde dejar muuuucho dinero. Bel Air no tiene estructura definida, miles de curvas que te pierden entre sus mansiones, unas grandes, otras enormes, pero todas lujosas. Beverly Hills está perfectamente cuadriculado con calles muy anchas y anchas aceras. Algo en lo que sí coinciden ambas barriadas es en la gente que se movía por allí. Toditito lleno de trabajadores. Jardineros, albañiles, asistentas… se ve que hay muchas familias que viven de esos castillitos. Eso si, lo que no me extrañó en ningún momento era la procedencia de la mayoría de esta mano de obra: todos hispanos. Por un momento nos sentimos como en casa, y es que cuando rugían nuestras barriguitas, encontramos uno de esos puestecillos que se plantan delante de las ferias y conciertos y… “no veas nene”, el mejor sándwich que hemos tomado en EEUU. Se ve que la buena cocina, la natural, es la que mejor resultado da. Mano de obra para mano de obra, y es que, como comprenderéis, la clientela de estas mexicanas eran los que están allí de sol a sol para que los ricachuelos tengan su palacete en condiciones. Sigue existiendo el norte y el sur…

Hollywood es otra historia. Son 2 o 3 manzanas donde todo lo relacionado con el cine de alto standing nace allí. Desde el paseo de la fama con sus estrellitas hasta los estudios de la Paramount Pictures, pasando por el Soda Fountain & Studio Store, también conocido como Capitan Cinema, que es donde se estrenan todas esas películas que a todos nos han alegrado un poquito nuestra infancia: las películas de Disney, y por el Kodad Theatre… si, si, aquel teatrito donde una vez al año ponen una alfombrita roja delante y la gente llega casi en taxi para que les entreguen la estatuilla dorada ;)

Visita casi obligada, para los amantes del deporte como nosotros, es el Staples Center. Es donde juegan Los Angeles Lakers y, cómo no, en los aledaños hay numerosas tiendas, oficinas, restaurantes y demás.

Y una vez cerrada la pequeña jornada del día de hoy, marchamos a la habitación, pero no directamente. Aún queda casi toda la tarde y aprovechamos para pasarnos por esa maravillosa playa que anoche nos recomendaron. Venice Beach es la playa en la que se grababa Los Vigilantes de la Playa (si, aquella mítica serie en la que Pamela Anderson y David Hasselhoff salvaban heroicamente las vidas de los imprudentes o accidentados bañistas, contra viento y marea nunca mejor dicho!). Si, es como la ponen en la serie. Palmeras y carril para bicicletas, patines y patinetes, cientos de puestecillos y gimnasios al aire libre, chic@s atractiv@s mostrando físico y policía en bicicleta… todo igual, hasta el muelle con restaurantes y pequeño parque de atracciones! (ahí debajo es donde Cody la lía, si). Vueltecita de reconocimiento por el paseo marítimo y sorprendente puesta de sol. Si la de ayer fue bonita, la de hoy la supera. La colinita al fondo, las palmeras, las casetas de los vigilantes… hacen esta estampa casi irrepetible. Tras la caminata, toca cena de despedida. Para hoy hemos decidido cambiar un poco esta maravillosa dieta que traemos e iremos a algún restaurante.

Un italiano junto al muelle iba a ser nuestro restaurante, pero no sé qué horarios tienen aquí que a las 10 pm estaba cerrado ya. En fin, buscamos y encontramos un bonito lugar en plena 3ª avenida con sus velitas y demás. Lo mejor: el camarero que nos tocó. Anda que no tenía ganas de hablar el chaval. Otro que se ha quedado enamorado de España tras su visita hace 10 años.

Continúo con la obra inacabada de Joselito no Yellow que por motivos de fuerza mayor no ha podido terminar su relato. Falta nuestro último día en Los Ángeles que afortunadamente es sencillísimo de contar. Nos levantamos con la calma, con toda la calma del mundo, nos pusimos los bañadores y nos fuimos a la playa de Venice.

Antes de pisar la arena, el desayuno de rigor, esta vez nos salió un poco rana la historia porque el sitio era bastante caro y encima la hora de desayuno había pasado por lo que tuvimos que pedir en plan ya para comer. Cierto es que estaba bastante rico pero nos sablearon 70$ por lo que la comida del día ya estaba hecha. En estos instantes nos quedan 35$ para los 4, como para tener un imprevisto. Acallado el estomago a tirarnos a la playa. Allí estuvimos hasta las 18h. La playa genial (las hay mucho mejores en España pero esta no se quedaba atrás) , el agua con una inmensidad de algas en la entrada, tantas, que el fondo del mar resbalaba (luego desaparecieron la verdad), ahora bien, bastante limpia. Lo mejor, las olas, como me recordó nuestros años mozos en Matalascañas, muy divertido la verdad.

Por cierto, como Joselito no lo dice lo digo yo, el que es socorrista lo es aunque este de vacaciones, las mujeres podéis estar tranquilas porque si Joselito está en la misma playa no se ajoga ninguna, todas fichadas y controladas, impresionante de verdad. En fin, día de tranquilidad, descanso, observatorio de mujeres, exhibición de nuestras dotes con el frisbi y la pelota ante las candidatas y… vuelta a casa a dos velas como siempre (a Carlitos cool hoy le dijeron lo guapo que era, hasta le pidieron el teléfono, pero en eso se quedo, lo dicho, dos velas).

Poco más, vueltecita por el centro de Santa Mónica, últimas compras (creo que solo nos falta local y rótulo para estar en disposición de montar una tienda). Cena en el Juan Cohetes (Johny Rocket, viejo conocido de San Francisco, buenas hamburguesas y la carta de recuerdo para casa). Después poco más, terminar el equipaje y…”Aquí no duerme ni Dios” por la boca muere el pez…todos K.O. menos bleras que a las 4 de la mañana se encargó de despertarnos para iniciar nuestro largo viaje de vuelta a casa.

Sed buenos

No hay comentarios: