miércoles, 20 de agosto de 2008

Día 10: Bryce Canyon

Conforme van pasando los días encuentro más merito en la buena disposición que mostramos al levantarnos cada mañana al son de la alarma de los móviles. Hoy ha tocado a las 7 de la mañana.

Tras el ritual de costumbre, nos ponemos en ruta no sin antes darnos la alegría de descubrir que a la hora de dejar el Motel solo nos han cobrado una habitación doble y no cuádruple, además, nos hemos aprovisionado con bagels (especie de mollete duro al que le quitan el centro a modo de donut y que es un clásico aquí), philadelphia, hielos y zumos. Aún con todo, paramos en una gasolinera y desayunamos un buen zumo con unos huevos revueltos, beicon y tostadas (el zumo es para despistar y dárnoslas de sanote).

Más despiertos y con el estomago lleno, recorremos las 7millas que separan el pueblo de Tropic del Parque Nacional de Bryce Canyon, en este parque dejan entrar con el coche hasta el inicio de las rutas que se pueden hacer a pie o a caballo. Para poneros en situación, este parque es conocido por contar con una especie de anfiteatro en donde se han creado unas chimeneas en roca que en conjunto parecen un montón de agujas que se han quedado a un nivel inferior que la tierra que las rodea.

Como siempre, tras visitar el centro de visitantes y que nos den los planos del parque y sus rutas, decidimos cuáles queremos hacer. Para hoy, y a pesar de la paliza de ayer, hemos decidido coger una ruta que es el resultado de combinar dos y que la convierten en la más dura que se puede hacer, en total, 10 kilómetros.

Con unas vistas espectaculares comenzamos la ruta en la que de entrada y para caminar por entre las chimeneas hay que bajar un desnivel importante en pocos metros, el resto, una montaña rusa de tierra que subía y bajaba por entre el paisaje, al final, y realmente reventados, una subida espectacular de unos 800metros de longitud con un desnivel espectacular. Las fotos os explicarán el resto.


Después de refrescarnos, meter los pies en agua fría, y reponernos, cogimos el coche dirección a Moab, cerca de 500 kilómetros por una de las carreteras más bonitas de este país (o al menos eso dicen y después de pasar por ella me lo creo). Continuos miradores que te permitían ver el contraste que provocaba un frondoso bosque desembocando en el borde del Gran Cañón, una mezcla de verde y tierra rojiza realmente impresionante, conforme íbamos avanzando el verde va desapareciendo para dejar paso a las rocas de formas imposibles, así hasta llegar a Torrey y a pocas millas, Capitol Reef, otro parque del que dada la ruta que llevábamos marcada, solo hicimos unas cuantas millas por pistas de tierra y nos asomamos a un cañón espectacular formado por el paso de un rio (aquí los llaman Gooseneck).

Tras esta última parada, millas, millas y más millas de interminables rectas con el sol dejándose caer por nuestra izquierda y haciendo que todo fuera más rojo si cabe. Así hasta llegar a Moab, pueblo al que llegamos antes de lo previsto, por la sencilla razón de que venimos circulando a velocidades un puntito por encima de lo permitido, con el beneplácito, hasta ahora, de la fortuna y la suerte.

En Moab, pueblo más grande que los anteriores en los que nos hemos quedado (se nota en que hay más gasolineras, semáforos y Mc Donald), una vez que nos acomodamos en el Motel de turno, decidimos irnos hacer la colada. La situación no podía ser más americana, igual que en las películas, allí, metimos la ropa en la lavadora y nos pusimos a jugar al tute hasta que un indio navajo, en mi opinión pasado de copas, empezó a molestarnos hasta el punto de darnos cierto miedo, aun con todo, lo de lavar la ropa en una Laundromat ha sido toda una experiencia.

Después de eso, lo de siempre, caer muertos en la cama… hasta la próxima. Sed buenos.

1 comentario:

maria dijo...

con permiso del autor de la foto, me he puesto de fondo de pantalla una de vuetsras fotos impresionantes. jeje
q hotelitos mas monos, pero q palizas vais a venir esmirriaos, se os ve morenos, y sanotes de todas formas.